sábado, 12 de diciembre de 2009

Estad siempre alegres.


La fuente de mi optimismo no nace de mi voluntad, ni me viene de fuera dependiendo de mis bienes materiales, de mi buena salud o del reconocimiento de los demás.
La fuente de mi alegría brota de la presencia consoladora del Espíritu que mora en mí.
Esta presencia es fuente perenne de gozo que nada ni nadie puede arrebatarnos.
Sólo Él nos trae la paz que aleja todos los miedos que paralizan y entristecen.
Sólo Jesús nos bautiza con Espiritu Santo y fuego.
No basta conocer de oidas el mensaje, hace falta en encuentro personal con Cristo que viene.

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