domingo, 12 de septiembre de 2010

"Ya no merezco llamarme hijo tuyo" (Lc 15, 19)


El respeto es un derecho humano de la persona.
La honrra de ser hijos de Dios es una gracia
que se nos concede gratuitamente.
Los derechos humanos nos dignifican como iguales
y ciudadanos del mundo.
La misericordia del Padre nos enaltece como hermanos.
La justicia nos reconoce superiores a los animales y a las cosas.
La misericordia del Padre nos sienta a su misma mesa
con el anillo de hijo y el traje de fiesta.
Los brazos del Padre estan siempre abiertos para
dejarnos marchar y acojernos al volver.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Una empresa comprometida pero apasionante.

"Cuando uno de vosotros quiere construir una casa
en el campo, ¿acaso no comienza por sentarse a calcular
los gastos, para ver si tiene con qué terminar?" (Lc 14, 28).

Hay empresas comprometidas como contraer matrimonio,
montar un negocio, escalar el Himalaya...

Seguir a Jesús como cristiano es una empresa comprometida
pero apasionante según el evangelio.

Jesús no quiere una multitud de "fans" que le sigue a todas partes
sólo para aplaudirle.

Él sólo pone sus condiciones y elige al que quiere.

Hay que poner en segundo lugar a los bienes que se posean,
a los padres, a los hermanos, a los hijos, a la mujer e incluso
a uno mismo. Hay que cargar cada día con la cruz.

Es todo un proceso a recorrer.

Hay que pensarlo bien. No todos pueden con esto.

Seguir a Cristo no es un voluntarismo ético sino una vocación
diferente a ser hombre religioso.

Sólo es posible cuando se experimenta la llamada de Cristo
verificada dentro de la Iglesia.

La misma llamada contiene la gracia que seduce y fortalece.