domingo, 12 de septiembre de 2010

"Ya no merezco llamarme hijo tuyo" (Lc 15, 19)


El respeto es un derecho humano de la persona.
La honrra de ser hijos de Dios es una gracia
que se nos concede gratuitamente.
Los derechos humanos nos dignifican como iguales
y ciudadanos del mundo.
La misericordia del Padre nos enaltece como hermanos.
La justicia nos reconoce superiores a los animales y a las cosas.
La misericordia del Padre nos sienta a su misma mesa
con el anillo de hijo y el traje de fiesta.
Los brazos del Padre estan siempre abiertos para
dejarnos marchar y acojernos al volver.

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