viernes, 30 de octubre de 2009

miércoles, 28 de octubre de 2009

Bienaventurados


"Al ver el gentío, subió a la montaña, se sentó y se acercaron los discípulos, y él se puso a hablar, enseñándoles"( Mt. 5, 1).
Los discípulos de Jesús no escuchan las bienaventuranzas como unas normas o filosofía nuevas, sino como una gracia que ven brillar en su maestro.
Sólo estando cerca de él es posible experimentar esa dicha en situaciones que nos sobrepasan y desconciertan.
Unicamente cuando su mirada nos llega al corazón encontramos la fuerza para vivirlas como él las vivió.
No es nuestra razón sino su imagen dentro de nosotros la que nos hará balbucea: "contigo y como Tú.
Solamente Jesús brilla con luz propia. Solo él es santo. Los demás santos de la Iglesia reciben la luz de él por haber estado cerca en todas las situaciones de la vida. Por eso ahora son bienaventurados para siempre.

domingo, 25 de octubre de 2009

Señor, que pueda ver

















!Había esperado tanto tiempo aquella ocasión única en su vida! que
le parecía increible.

Bartimeo, el ciego del camino, tenía ahora delante de sí al Nazareno que se había parado delante de él para decirle: "¿Que quieres que haga por tí?

Ahora podía pedirle lo que quisiera. Poco antes Juan y Santiago le
habían pedido a Jesus sentarse a su lado con poder y gloria.

Del corazón de Bartimeo sólo salió una humilde súplica: "Señor,
que yo pueda ver".

Jesús le dijo: "Vete, tu fe te ha salvado".

A Bartimeo se le abrieron los ojos y pudo ver el rostro de Cristo.
Aquella imagen le trasformó. Era su corazón el que ahora veía.

Jesús le había dado libertad para irse a dónde quisiera.

Pero Bartimeo ya no podía elegir otro camino que el de Jesús.
Iría con Él hasta el final.

"Antes te conocía de oidas, ahora te han visto mis ojos". (Job. 42, 5)

sábado, 10 de octubre de 2009

¿Te vas o te quedas?


El hombre del evangelio hizo una pregunta a Jesús.
La respuesta de Cristo contradecía sus intereses:
"Entre tú y yo no debe haber nada ni nadie. Debes confiar en mí mas que en tu dinero y tus seguridades".
El hombre del evangelio no esperaba esta respuesta.
Jesús se lo había dicho mirándolo con cariño, pero el hombre aquel no tuvo valor para sostener su mirada y se marchó triste.
Es imposible seguir a Jesús sin dejarnos penetrar
profundamente por su mirada.
Lo que es imposible para los hombres se vuelve realizable porque en esa mirada ,que nos llama,
va ya prendida la fuerza de su gracia.
Aquel hombre se fué triste.
¿Te vas o te quedas?