domingo, 2 de mayo de 2010

"Todo lo hago nuevo" (Ap.21,5)

La renovación y el rejuveneciemiento no es cuestión de estética
y de juventud.
El rostro de la Iglesia no será mas juvenil por un simple
maquillaje y cambio de imagen externa.
Sólo "el Cordero Sacrificado" puede decir: "Todo lo hago nuevo".
La renovación de la comunidad cristiana sólo es posible
si se vive el mandamiento nuevo: "Amaos los unos a los otros
como yo os he amado". (Jn. 13, 34).
La identidad siempre nueva de la Iglesia se manifiesta
llevando a la práctica el "como yo os he amado". Lo demás
vendrá por añadidura.
No basta con presentar una puesta en escena juvenil sino que
es necesario mostrar las llagas del Crucificado que son las que
nos renuevan.
El "vino nuevo" sólo puede brotar del costado de Cristo.
Sólo el amor desinteresado, incondicional y sin medida, como
el de Jesús, haran posible los "cielos nuevos y la tierra nueva".

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