sábado, 3 de abril de 2010

¿Qué fué lo que pasó?


Los evangelios no nos narran el acontecimiento de la resurrección
de Jesús como tal, sino de los efectos que ella tuvo en los
dicípulos.
¿Qué les tuvo que pasar a los discipulos para que se sintieran
tan cambiados?
Después de la muerte de Jesús en la cruz ya no esperaban nada.
Todo había fracasado y terminado.
Se sentían culpabilizados y llenos de miedo.
¿Merecía la pena volver a reunirse otra vez?
¿Cómo podían seguir hablando en nombre de un crucificado?
¿Quién les defendería habiendo muerto el Maestro?
No era un consuelo barato fabricado por ellos mismos
lo que les daba la fuerza, sino un gozo profundo y sorprendente
que les venía de fuera.
La mujeres se consuelan visitando su sepulcro. Los discípulos
se conforman con recordar y lamentar lo que ha pasado.
Sus ojos están cerrados. Sólo Jesús tendra la iniciativa de abrirlos.
¿Como podremos seguir viviendo hoy la experiencia del
que ha resucitado?
Nos queda su palabra y la comunidad que es capaz de
vivir la Eucaristía para vivenciar la experiencia:
!verdaderamente Cristo ha resucitado!

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