sábado, 17 de abril de 2010

¿Me quieres?

EEl encuentro con el Resucitado nos descubre
que él tiene siempre la iniciativa para decirnos a qué
lado de la barca tenemos que echar las redes.
Desde ahora yo no soy quién maneja mi barca y decide
dónde echar las redes.
Sólo él nos puede invitar a la comida que ha preparado,
con aquellas personas que él mismo ha elegido.
No soy yo quién me invito a su mesa ni elijo a las
personas con quienes me voy a sentar.
Él sigue interesado en preguntarnos: ¿me quieres?
Desde ahora ya no tenemos que preguntar nada.






sábado, 3 de abril de 2010

¿Qué fué lo que pasó?


Los evangelios no nos narran el acontecimiento de la resurrección
de Jesús como tal, sino de los efectos que ella tuvo en los
dicípulos.
¿Qué les tuvo que pasar a los discipulos para que se sintieran
tan cambiados?
Después de la muerte de Jesús en la cruz ya no esperaban nada.
Todo había fracasado y terminado.
Se sentían culpabilizados y llenos de miedo.
¿Merecía la pena volver a reunirse otra vez?
¿Cómo podían seguir hablando en nombre de un crucificado?
¿Quién les defendería habiendo muerto el Maestro?
No era un consuelo barato fabricado por ellos mismos
lo que les daba la fuerza, sino un gozo profundo y sorprendente
que les venía de fuera.
La mujeres se consuelan visitando su sepulcro. Los discípulos
se conforman con recordar y lamentar lo que ha pasado.
Sus ojos están cerrados. Sólo Jesús tendra la iniciativa de abrirlos.
¿Como podremos seguir viviendo hoy la experiencia del
que ha resucitado?
Nos queda su palabra y la comunidad que es capaz de
vivir la Eucaristía para vivenciar la experiencia:
!verdaderamente Cristo ha resucitado!

viernes, 2 de abril de 2010

"Sus heridas nos han curado" Is.53, 5

Contemplamos en el crucificado las heridas de un Dios

impotente que solo puede amar.

Las heridas de sus manos que sólo bendijeron y curaron.

La heridas de su pies que pasaron por el mundo haciedo

el bien.

La herida de su costado abierto, de donde brota

el agua que nos purifica y la sangre que nos alimenta.

"Sus heridas nos han curado" (Is. 53, 5)

La belleza de Cristo en la cruz atraerá todas las miradas

para salvar a la humanidad.

No es la simple estética de lo esterno sino la belleza

sublime del amor que se entrega, lo que salvará al mundo.

"Sabiendo que..."


Sabiendo Jesús que sus discípulos lo traicionarian
y abandonarian... los amó hasta el extremo.
Sabiendo Jesús que estaba solo aunque
estuviera acompañado por los suyos...
Sabiendo Jesús que iva a ser entregado aquella noche
él se entrega antes como un pan partido
y un vino derramado en la Eucaristía.
Sabiendo Jesús que los discípulos seguirian
discutiendo sobre quién de ellos sería el mas importante,
les lava los pies como un esclavo.