domingo, 14 de febrero de 2010

"Dichosos los pobres..."


"Jesús, levantando los ojos..."(Lc. 6, 20).
¿Cuántos ojos hay que tener para descubrir la situación del pobre?
¿Cuántos oidos hacen falta para escuchar el llanto de los hombres?
Jesús penetra el sufrimiento de los pobres y tiene compasión
de ellos por encima de su conducta moral.
El hambre, el llanto y el sufrimiento del pobre provocan,
por sí mismo, la misericordia de Cristo antes de juzgar su vida,
y por eso, deja flotar en el aire una promesa de consuelo.
Allí donde hay hambre, llanto o sufrimiento, se esconde una verdad
que sobrepasa todo prejuicio humano, y hace nacer la compasión
gratuita.
Lo que atrae el amor de Dios no es nuestra bondad sino
nuestra pobreza.

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