"Lo contemplarán mis ojos y en mi interior suspirarán mis entrañas" (Job 19,27)
Para encontrarnos con nuestros difuntos, no basta con visitar el cementario. Es en nuestro santuario, en el sótano mas profundo de nuestro ser, habitado por la Trinidad, dónde podemos hablar con ellos.
En nuestro corazón, bajo la luz del Resucitado, nuestra relación con ellos es mas intensa y profunda que cuando vivieron entre nosotros.
Llegará aquel día en que todos podremos decir: "Señor, te conocía de oidas, ahora te han visto mis ojos" (Job 45,5). Pa"
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