sábado, 21 de noviembre de 2009

El testigo fidedigno


Jesús no es solamente un maestro sin igual, sino un testigo fidedigno del amor del Padre; por eso tiene una autoridad única, por eso el Rey del universo.
La verdad, para Cristo, no es una doctrina o filosofía, sino "Alguién" que nos ama sin medida.
Jesús vive esta experiencia, no de oidas, sino como verdadero testigo.
Por eso cuando Pilatos le pregunta: "¿Tú eres rey? Jesús le contesta: "Tú lo dices. Soy rey. Yo para esto he nacido y para eso he venido al mundo; para ser testigo de la verdad".
Jesús, en su vida, dió testimonio con sus palabras y sus obras, pero especialmente con el gesto de su entrega en la cruz por la humanidad.
Desde el madero de la cruz se manifestó como el testigo fiel de un amor sin límites.
Por eso contestó también a Pilatos: "Mi reino no es de este mundo" (Jn. 18,36).
Jesús no tiene súbditos sino discipulos amigos.
Su reinado no se basa astucia humana sino en la fraternidad.
Su poder se manifiesta no en la dominación, sino especialmente en el perdón y la misericordia.

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