miércoles, 10 de junio de 2009

¿Adorar o entregar tu cuerpo?




El cuerpo es un bién preciado y cuidado hasta convertirse en un verdadero culto.

Maquillar la imagen externa nos lleva mucho tiempo y energías, para sentirnos,
al final, presos de nuestro propio egoismo.

La verdaera grandeza del pan es que tiene que ser partdo y comido por los demás.

Solo la entrega por amor le confiere al cuerpo su verdadera dignidad y belleza.

Jesús introdujo en el mundo el verdadero culto a Dios entregando su cuerpo
y derramando su sangre como sacramento de la Nueva Alianza.

Desde entonces el auténtico culto a Dios se manifiesta cuando nuestra vida
se convierte en un pan para ser comido.

La Eucaristía nos fortalece para bajar de las pasarelas a la arena donde nuestra vida
se entrega a los demas.

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