sábado, 18 de abril de 2009

Si no veo y palpo, no creo.

¿No será legítimo esperar un signo visible para
creer?

Jesucristo es el signo visible y palpable del amor
del Padre.

Sus llagas abiertas son la manifestación de su amor hasta el final.

¿Acaso la Iglesia, como cuerpo suyo, no tendrá
que seguir siendo un signo visible y tangible de su
costado abierto?

En todos los tiempos seguirá habiendo
"los Tomás" que reclamen a la comunidad cristiana mostrar en su su vida las llagas del crucificado para creer.

La Eucaristía será un signo creible del Resucitado, cuando la comunidad que se reune sea como un pan partdo que se deja comer por la entrega a los demás.

El Cristo resucitado dejará de ser un fantasma cuando la comunidad cristiana sea un signo visible del crucificado, desechado por los contructores de este mundo y escogido como piedra angular
por Dios Padre.

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