El hombre del evangelio hizo una pregunta a Jesús.
La respuesta de Cristo contradecía sus intereses:
"Entre tú y yo no debe haber nada ni nadie. Debes confiar en mí mas que en tu dinero y tus seguridades".
El hombre del evangelio no esperaba esta respuesta.
Jesús se lo había dicho mirándolo con cariño, pero el hombre aquel no tuvo valor para sostener su mirada y se marchó triste.
Es imposible seguir a Jesús sin dejarnos penetrar
profundamente por su mirada.
Lo que es imposible para los hombres se vuelve realizable porque en esa mirada ,que nos llama,
va ya prendida la fuerza de su gracia.
Aquel hombre se fué triste.
¿Te vas o te quedas?
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