miércoles, 28 de octubre de 2009

Bienaventurados


"Al ver el gentío, subió a la montaña, se sentó y se acercaron los discípulos, y él se puso a hablar, enseñándoles"( Mt. 5, 1).
Los discípulos de Jesús no escuchan las bienaventuranzas como unas normas o filosofía nuevas, sino como una gracia que ven brillar en su maestro.
Sólo estando cerca de él es posible experimentar esa dicha en situaciones que nos sobrepasan y desconciertan.
Unicamente cuando su mirada nos llega al corazón encontramos la fuerza para vivirlas como él las vivió.
No es nuestra razón sino su imagen dentro de nosotros la que nos hará balbucea: "contigo y como Tú.
Solamente Jesús brilla con luz propia. Solo él es santo. Los demás santos de la Iglesia reciben la luz de él por haber estado cerca en todas las situaciones de la vida. Por eso ahora son bienaventurados para siempre.

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